La construcción sostenible ha supuesto un cambio en la forma en la que se diseñan y construyen edificios. La preocupación por el impacto ambiental y social es una realidad que se ha ido extendiendo a través de las sociedades modernas y que se ha reflejado en una serie de normas y leyes que rigen los procesos en la edificación.
Las directivas europeas y las leyes de cada país han ido evolucionando hacia un modelo en el que se optimice el uso de los recursos naturales, se minimice la generación de residuos, se consuma menos energía y se integren los edificios en un modelo de ciudad que favorezca la inclusión social y mejore la calidad de vida de los ciudadanos.
El cumplimiento de la legislación establece unos mínimos sobre los que se construyen las bases de las ciudades sostenibles, sin embargo, se han definido una serie de estándares más exigentes que la normativa que impulsan el cumplimiento de requisitos más severos para destacar aquellos edificios que tienen un mayor compromiso con el medio ambiente. Los esquemas de certificación LEED y BREEAM son dos de las herramientas más extendidas a nivel mundial y permiten definir una serie de actuaciones y adoptar una serie de compromisos para reducir el impacto ambiental del edificio a lo largo de toda su vida útil.
Pero no sólo son ventajas para el medio ambiente lo que ofrecen estas certificaciones, directamente vinculado al menor impacto ambiental se encuentran beneficios económicos derivados de una reducción de residuos generados, menor consumo agua o un menor consumo de energía.